lunes, 8 de junio de 2009

Corazones Palpitando-Cerebros Conectados: Apuestas a las Nuevas Música en Bogotá

Por: Johanna Pinzón R.

Pareciera que ser independiente se toma cada días más los ámbitos de la vida. Esta figura de independencia, que en el caso de la industria de la música, se resiste al sistema de los “majors”, plantea transformaciones en los modelos de sostenibilidad y le apuesta a propuestas creativas que no hacen eco a formulas comerciales ni estimulan el ocio hacia la innovación, son una de las discusiones que más se respiran en éste siglo XXI y que vale la pena poner sobre el tapete desde la experiencia de colectivos de la ciudad.

Era la época de los noventas cuando los seguidores del jazz fusión y el jazz rock en Bogotá salían a la calle 19 a comprar clínicas en VHS de Dave Weckl, Jaco Pastorious , Vinnie Colaiuta y por supuesto el infaltable video-concierto en casa de guitarristas: G3 (Steve Vai, Joe Satriani y Yngwie Malmsteem). Sin duda alguna, la interacción entre el jazz y los medios electrónicos se tomaba con fuerza las facultades de música, los festivales, las tiendas de discos y los ensambles. Cómo olvidar el majestuoso concierto del grupo belga Aka Moon en Jazz al Parque de 1996 o el de Courtney Pine en el Teatro Libre; las deliciosas trasnochadas en los Jams de Tocatta y Fuga del Barrio la Merced; los innumerables grupos de regiones que sonaron en el Festival de Jazz Universitario-que aprovecho estas líneas para expresar mi profunda nostalgia por su desaparición fulminante; las primeras versiones de bambucos, torbellinos y guabinas adaptadas a swing, boogie, be-bop, funk; la consagrada labor de la Revista que Suena de Javeriana Estereo por más de 10 años impulsando la investigación y la crítica musical desde el impreso. Cómo olvidar que ya son más de dos décadas en las que-a pesar de- se sigue haciendo jazz y un sinnúmero de mestizajes musicales.

La vida de una ciudad es como un péndulo que toma fuerza y velocidad en muchos casos por un Quijote que camina hacia adentro, hacia afuera, hacia los lados, hacia aquí o hacia allá con un interés de consumación de los deseos propios o de los demás y en muchas otras historias, no es un Quijote sino 2, 3, 4, corazones palpitando; 2,3, 4 cerebros conectados; 2,3,4, sueños puestos en común. Dos caminos que no son aislados y enemigos de toparse el uno con el otro al pasar el tiempo. No hay Quijotes sin Sanchos, no hay Moisés sin Aarones, no hay sonoridades sin comunidades.

En el 2004 surge el colectivo Asdrubal conformado por 6 integrantes influenciados por John Zorn, Johan Coltrante, Charles Mingus, entre otros grandes exponentes del Jazz en el mundo y por bandas como el Bloque de Búsqueda y Curupira, precursores sin imaginarlo en esos años de lo que se hoy se denomina: nuevas músicas colombianas. Esta Banda que nace a partir de una convocatoria, del aquel entonces Instituto Distrital de Cultura, Recreación y Deporte, no ha dejado de impactar las escena local por su permanente e incansable espíritu de aventurar entre estéticas del rock, la música contemporánea, el jazz y los aires de chirimía y vientos de pelayera. Hay algo que sin duda alguna los identifica: su capacidad constante de replantearse la creación musical. Generar propuestas musicales cuyo fin no sea la apropiación y el perfeccionamiento de un género musical, sino más bien un itinerante viaje sin temor y prejuicios entre los diversos usos del sonido, la instrumentación, las frecuencias y las métricas. Asdrubal podría ser un ejemplo tácito de la “Metáfora del Anfibio”. En efecto, sabe adaptarse a los códigos culturales correspondientes a diversos medios y a diversas tradiciones, pero a su vez, puede tomar fragmentos de latradición e introducirlos en otras, después de haberlos transformado. Su capacidad anfibia, y a la vez ecléctica, de jugar e inventar obras desde múltiples lenguajes, no es más que el reflejo de una habilidad por traducir en sonidos la misma vida cotidiana del ser humano. ¿Acaso somos lo que fuimos y seremos lo que somos?.

Tomo prestada la frase de Fubini “Un lenguaje musical, para serlo, es decir, algo que se disfruta y se comunica, no puede fundarse exclusivamente en una convención cualquiera, sino que debe cimentarse sobre elementos que guarden una estrecha correlación con la psicología de la percepción y con ciertos parámetros profundos, inherentes a la estructura de base del ser humano”

Con una permanente circulación en Festivales de Colombia y la producción de dos discos “Habichuela” y “La Revuelta”; Alejandro Forero, fundador de Asdrubal, también le apostó a crear su propio sello disquero: La Distritofonica, que actualmente reúne y apoya a más de 8 grupos de la escena urbana de Bogotá de los cuales se destacan: Meridian Brothers, La Revuelta, Primero mi Tía, Sepúlveda Sexteto, Cielomama, entre otros. La relación entre Banda y sello disquero independiente no era una fenómeno muy explorado en la ciudad en anteriores años. Ahora se encuentra en auge y parece multiplicarse cada vez más rápidamente.

La agremiación entre músicas locales reflejan ser posibilidades de un desarrollo más fluido en cuanto a actividad productiva y a construcción de nichos que dialogan horizontalmente y se reconocen entre sí. Justamente, la música no solo es una expresión cultural de una comunidad, con un profundo significado identitario, sino que además se trata de una ruta para la creación de valor económico y de emprendimiento hacia la generación de empleos y la remuneración al talento humano. Aunque a muchos les disguste concebir que las músicas pueden producir industria, llegó el tiempo de que la justicia cósmica estimule y retribuya la labor creativa, interpretativa y de composición de miles de músicos en el mundo.

Asdrubal pudo haber tenido otra historia diferente a la que tiene hoy. Quizás enfilando la lista de un portafolio de artistas de un “major”, quizás un único disco producido aisladamente sin proyectividad o quizás pudo haber sido un proyecto que interactuaba solamente consigo mismo al pasar el tiempo. Afortunadamente le creyeron a las señales de la vida cuando les mostró vacios tangibles y evidentes en las músicas independientes. Habiendo soñado despiertos o dormidos; Alejandro Forero, Mange Valencia, Daniel Restrepo, Jorge Sepúlveda, Carlos Tabares, Marco Fajardo y muchos otros, echaron suertes con sus dados y le apostaron a la autonomía, a la libertad creativa y principalmente, a trabajar incansablemente por generar el bienestar común de cientos de músicos colombianos. Hoy ya han pasado 5 años desde que iniciaron tocando Jazz y ahora sus sonidos los disfrutan, los aprenden y los reinventan, ya no solo a partir de un lenguaje musical, sino a partir de todo un entramado de estéticas musicales tejidas en esta tierra.

Hoy Asdrubal se creció y es la Distritofonica, un referente significativo en Colombia de auto-gestión, de auto-producción y de innovación que se constituye en impulsor de espacios que promueven la participación y la integración de colectivos locales. Ya pasará el tiempo y recordaremos que son más de dos décadas en las que se siguen escuchando noticias de la independencia musical.
Por: Johanna Pinzón R.