miércoles, 24 de septiembre de 2008

Callestano

La Revuelta nos presenta el video de la nueva versión de Callestano, tema que hizo furor en el 2007 en el Festival Petronio Álvarez.

viernes, 19 de septiembre de 2008

La Distritofónica: donde dos mundos se tocan


Luis Daniel Vega* - Papel Salmón

Manifestando un espíritu crítico donde es posible hermanar mundos en apariencia lejanos entre sí (lo tradicional y lo contemporáneo), nace el colectivo La Distritofónica a principios de 2004 con el propósito de hacer palpables procesos musicales que piden a gritos un lugar en la historia de la música colombiana. Alimentados en espíritu por más de 10 años donde lo tradicional ha ido emergiendo como motivo de aprendizaje, conocimiento y regocijo gracias al trabajo de ilustres desconocidos como Antonio Arnedo, Juan Sebastián Monsalve, Teto Ocampo, Hugo Candelario e Iván Benavides, entre otros, este colectivo, conformado por varios músicos residentes en Bogotá, hace caso omiso a radicalismos puristas y se atreve a tejer discursos pluriculturales válidos en la medida que contribuyen a la difusión no sólo de la novedad sino también de voces lejanas y milenarias perdidas en el silencio y el olvido.

Desde el 2004, La Distritofónica ha diseñado una propuesta independiente de carácter urbano que no deja de lado la riqueza musical latente en las tradiciones de la Costa Atlántica y Pacífica. Junto a lo anterior, la ciudad aparece como un espacio donde las fronteras se expanden y pueden acoger diversas tendencias como el jazz, el free jazz, la improvisación, la erudita contemporánea, el rock, la electrónica y el funk, maniobradas inteligentemente por las agrupaciones y artistas que integran el colectivo: Asdrúbal, Meridian Brothers, Primero Mi Tía, La Revuelta, Ricardo Gallo, Guariamaco, Jipiyam y Raspacanilla, Sepúlveda Sexteto y Cielomama.

Ánimo ecléctico y plural


En medio de esta barahúnda de géneros y estilos se podría pensar que al interior de La Distritofónica se teje un experimento donde lo tradicional es utilizado simple y llanamente para atraer al ávido público pseudonacionalista, sediento siempre de falsos agites altruistas. Al contrario, la intención de este colectivo es fomentar la curiosidad alrededor de las posibilidades musicales que se generan cuando dos universos musicales se tocan y dialogan para alimentarse el uno del otro. En este orden de ideas, el conflicto que puede irrumpir desaparece cuando la finalidad es aportar grabaciones, es decir, un lugar en la historia. En el caso de La Distritofónica, fuerza incipiente después de todo, el hecho de contar con 15 grabaciones impresas en algo más de cinco años de trabajo es un hecho sin precedentes dentro de la precaria e invisible industria independiente local.

Es precisamente allí, en los registros sonoros, donde se puede ver el ánimo ecléctico y plural del colectivo. De marcado corte jazzero son siete de las grabaciones que La Distritofónica ha puesto en circulación dentro del circuito. “La Revuelta” y “Habichuela”, del sexteto Asdrúbal, dejan ver una de las más arriesgadas propuestas de la escena pues el lenguaje del free (estilo que en Colombia, con excepción de Pacho Dávila, ha sido poco valorado tanto por músicos como por el público) logra ser comunicado a través de composiciones e interpretaciones que, teniendo como punto de partida las sonoridades de la música de banda pelayera y la chirimía, se encuentran armónicamente con elementos del rock y el punk.

Experimentación


De la misma manera, Primero Mi Tía, agrupación que actualmente trabaja en formato de sexteto, dejó ver con sus dos grabaciones (Primero Mi Tía Quinteto y Pingueria) un verdadero tour de force en la historia del jazz nacional pues la vertiginosa aventura sonora que plantearon al interior de la grabación se nutrió de componentes sónicos diversos como el folclor balcánico, la música de marimba, el free y el punk, este último, género privilegiado por los músicos bogotanos en la medida que han encontrado allí un vehículo estético propicio para exponer las posibilidades de las músicas tradicionales.

Por esta misma línea se encuentra “Caída Libre”, debut del baterista Jorge Sepúlveda (Asdrúbal, Primero Mi Tía) quien propone un estilo desvergonzado donde el rock se mimetiza dentro del jazz y donde éste pierde la solemnidad para acercarse a la conversación cotidiana, al ritmo demente de la ciudad.

En este sentido es importante anotar que el sonido de Asdrúbal, Primero Mi Tía y Sepúlveda Sexteto se acercan a la propuesta sonora que desde Nueva York viene desarrollando el saxofonista John Zorn con su sello Tzadik, un verdadero caldo de cultivo donde la vanguardia se presenta a ritmo de experimentación entre la tradición y la ciudad -en su caso, el folclor judío, la electrónica, el rock y el free han abierto la posibilidad de entender de buena forma la globalización del mundo contemporáneo-.

Junto a Primero Mi Tía y Asdrúbal, el pianista Ricardo Gallo se encumbra como uno de los pianistas más controvertidos actualmente (sin dejar de mencionar, por supuesto, el trabajo de Manuel Borda y Juancho Valencia) pues Los Cerros Testigos y Urdimbres y Marañas presentan unos códigos particulares que se alejan de las reglas convencionales del jazz para comunicar paisajes sonoros donde la música andina, los currulaos y los porros se contextualizan dentro de los límites de la composición electroacústica posibilitando que la música colombiana adquiera colores y texturas universales.

Caso aparte es Meridian Brothers, proyecto del guitarrista bogotano Eblis Álvarez, verdadero genio de la electrónica quien ha confundido a propios y extraños con “El advenimiento del castillo-mujer” y “Sonora 3”, dos discos que cuentan con un tratamiento bizarro de la electroacústica dando como resultado un nuevo tipo de folk enraizado con el vallenato y la poesía surrealista.

Frente a estas siete grabaciones, el álbum debut de Gaitas y Tambores de San Jacinto, es la parte más tradicional del catálogo. Herederos de un mestizaje cultural -originado a partir del cruce de tres razas: la negra, la indígena y la española-, la agrupación le apuesta a reivindicar una vez más el género con “Tengo Amores con la Gaita”, su primera experiencia discográfica luego de más de 15 años de carrera. Recientemente Gaitas y Tambores de San Jacinto cambio de nombre al de Sones de Guariamaco y presentó “A vuelo de gaita”, una experiencia sonora donde confluyó la música de gaita, la de banda pelayera y algo de música de acordeón a cargo de Carmelo Torres, un invitado de lujo.

Alejada de amaneramientos de estudio, “Jipijan y Raspacanilla”, es quizás uno de los discos más vistosos del catálogo pues se trata de una gran Comparsa de Músicos que interpretan a su manera (y también guardando toda la estética de una banda de pueblo) repertorio original de Cielomama, Asdrúbal, Ensamble Polifónico Vallenato, La 33, Curupira y Primero Mi Tía.

Por último, La Revuelta, con sus disco “Agua” sorprendió a los mismos puristas del Festival Petronio Álvarez por la forma en cómo la música de marimba era asimilada sin que se notara el transito de Guapi a Bogotá. En la actualidad La Revuelta es una agrupación que despierta admiración por su colorida y vigorosa puesta en escena.


Tras los pasos de lo que a mediados de los 90 se conoció como Gaira Música Local (coalición discográfica liderada por Carlos Vives que entre 1994 y 1996 sacó al mercado cinco de las grabaciones más importantes dentro de lo que hoy se considera como la “Nueva Música Colombiana”), La Distritofónica entiende que la única forma de no caer en el olvido es a través de una conciencia discográfica que en el futuro se pueda leer como una suerte de coordenada de un momento histórico donde todos los elementos musicales, necesarios para generar una identidad -apartada ésta última de tropicalismos artificiales-, están a la mano esperando lo inevitable: un encuentro de dos mundos en constante evolución.

*Coodirector Programa Músicas colombianas de la Radio Nacional de Colombia.